Descripción
Mientras Quirino se entrega a un proceso de desarrollo personal que le abrirá las puertas de los ambientes de los «barrios altos» y del definitivo amor, Cuba parece entrar en el proceso inverso. La corrupción y la degradación de la vida social propician la aparición una oposición popular, en algunos casos armada y violenta.
Al cabo de cuarenta años, desde su definitivo exilio en Miami, Quirino repasa emocionado sus logros: la familia, el amor, su victoria por mantenerse en la dignidad de su oficio de barbero, pero también sus pérdidas. «Mis hijos pertenecen a otra cultura y se ríen del pobre Ocambo cuando aseguro que todo lo de allá era mejor, desde el sabor de los mangos al color del cielo. Aunque ya no queden ni mangos ni cielo azul en la patria de Liborio. creo.»
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